viernes, 5 de junio de 2009

El verdadero De Narváez


La estrategia de campaña y comunicacional de FDN es muy buena. En serio. Hay que admitir que viene del MKT, la sigla con la que en el mundo de los negocios le da al marketing, rey y Dios al que los consumidores se entregan muchas veces, sin sospecharlo. Como hombre de ese mundo, tan ajeno a los largos discursos a la pasión vena políticas que aún hoy se ven en fuguras de todo el arco político, Francisco sigue apostando a lo que conoce; el mercado. Por eso necesito aportar este humilde granito de arena al ciberespacio y deseo que recuerden algunos datos sueltos que señalan y advierten que FDN es Menem. Y no sólo por la amistad que los une, sino porque es la versión remozada del riojano. Es un dirigente de derecha que quiere poder y más negocios, quien tiene la tristeza de los ricos y usa al pueblo argentino como plataforma para alimentar su ego. Tengo que ser enfática porque es la verdad, ojalá que no haga falta que la historia lo demuestre.


En un reportaje el periodista le preguntó )pueden buscarlo no recuerdo ahora el nombre pero pasó):

“Usted fue uno de los pocos que llamó a Sobisch después del asesinato del maestro Fuentealba. ¿Piensa que Sobisch hizo bien en desalojar el puente?

FDN: "Hizo lo que tenía que hacer como funcionario público”.

Para convertirse en figura de la derecha, De Narváez tomó la cuestión de la seguridad como caballito de batalla, sumando a oscuros personajes como candidatos y asesores. Como el caso de Ignacio Arcidiácono, que fue candidato a intendente de San Martín por Unión-PRO, y había sido director de inteligencia de la Policía Federal de Córdoba durante la dictadura.

Lo mismo que Macri, De Narváez no se molestó con las críticas: sus principales asesores vienen del mismo palo. Como su candidata a diputada y asesora en seguridad, Constanza Guglielmi, hija del represor Alejandro Guglielmi y ex secretaria de Juan Carlos Blumberg.

Mucho más influyente es el rol de Juan José Alvarez, integrante de la SIDE durante la dictadura (bajo el seudónimo de Javier Alzaga), y de Alfredo Atanasof, el ministro de Duhalde que dirigió la Masacre de Avellaneda.



“Crisis es oportunidad” dice su tatuaje. Luego de vender parte de sus empresas en 1998, De Narváez se dedicó a construir su carrera política. Primero se jugó a la vuelta de Menem en 2003, luego coqueteó con Lavagna, para terminar con Macri.


Es una persona muy poderosa. Muy, pero muy. Y muy hábil. Más que Macri y que Néstor Kirchner y que cualquiera de las figuras de la política actual. Temible por su ambición desmedida y megalomanía encubiertas tras su fachada de bussines man y deportista. Para la justicia es muy difícil probar su relación con la efedrina, por es es probable que nos se sepa mucho más de gran parte del origen de su fortuna.

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