lunes, 22 de junio de 2009

El Colorado no es el Chapulín - Pero hay que tener mucho cuidado con su astucia

Es dueño del predio de la Rural, compró el 50 % de la empresa que controla América 2, es dueño del 20 % de Ámbito Financiero, y socio de Clarín…Comenzó a ser conocido por Doña Rosa (Dixit Berny), allá por la época en que Menem competía con Kirchner…
Como un empresario que apoyaba a Menem.

No terminó el secundario y nunca fue a la universidad… Nació en Colombia. Ex dueño de Casa Tía, comenzó a trabajar allí a los 17 años. En su brazo, tiene tatuado un anagrama chino que Significa " La crisis es oportunidad".

Su abuelo materno, Carlos Steuer, llegó a la Argentina en 1939, desde Checoslovaquia, empujado por la guerra que azotaba Europa. En Checoslovaquia, Yugoeslavia y Rumania, era dueño de las casas Te-Ta, que en checo significaba "Tía". Una cadena de negocios provistos de regalos para niños, baratijas, muñecas, lápices de colores y dulces. Es decir, basada en el concepto de todo lo que una "tía" compraba para sus sobrinos. Al poco tiempo, armó la empresa en Argentina, en sociedad con un amigo y compatriota, Federico Deutsch. La empresa creció rápidamente en medio de una fuerte demanda, una economía próspera y la ausencia total de competencia agresiva… Comenzó a trabajar allí desde los 17 años.

En los '80 la crisis era terrible para la empresa "Casa Tía", después de la muerte de su abuelo, tuvo que ponerse al frente de la compañía. Después de varios estudios, De Narváez comandó una especie de golpe interno que descabezó al staff original de la compañía e inició un camino para la renovación total de la casa. Hasta ese momento Francisco trabajaba junto a su hermano Carlos.
Doris Steuer, accionista junto a Andrés Deutsch, pensaba que sus dos hijos formarían un buen equipo: Carlos era el "creativo" y Francisco era el "pragmático". Pero las cosas entre ellos iban de mal en peor, no coincidían ni en lo más mínimo. Y llegó un momento en que Francisco, harto de las disputas, enfrentó a los accionistas, entre ellos a su madre, con el argumento de que Tía necesitaba que una sola persona tomara las decisiones y que si esto no ocurría, él se apartaría de la empresa.

A partir de entonces, Carlos pasó a hacerse cargo de la construcción de un lujoso mall de 10.000 metros cuadrados y de abrir nuevos locales de Tía. Y Francisco tomó en sus manos el control total del negocio familiar. A los dos meses, el acuerdo fracasó y Francisco le pidió a su hermano que abandonara la compañía. Carlos se negó y Francisco levantó el teléfono y llamó a una empresa de fletes, que media hora después cargó en un camión todas las pertenencias de Carlos De Narváez. Tiempo después del traumático despido de su hermano, la guillotina de Francisco cayó y arrasó a gran parte del personal antiguo de la firma, aun a aquellos que venían de la época de su abuelo.

Finalizada la tarea, Francisco se retiró en 1993 y se dedicó a atender los otros negocios de la familia. Sin embargo, era tan honda la huella que Francisco había dejado en Tía, que durante meses nadie se animaba a usar la cochera que le había pertenecido.

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